Cuando la pelota es roja
su dueño la deja suelta,
pasa, centra, cuelga, tira
disfrutando por la hierba.
Cuando el balón es rival
vuelve a unirse a su gemela
y, fiel a la disciplina,
se dedica a la defensa.
Otra vez la bola es nuestra,
vuelve a adquirir vida propia,
y progresa agudizando
el olfato de pelota.
Ella es nuestra pierna izquierda,
siniestra para el rival,
que, desde media distancia,
suelta su golpe letal.
(Dedicado a Emiliano Armenteros)
Una forma preciosa de expresar lo que vivimos y sentimos el domingo pasado contra el Atlético de Madrid. Roja era la pelota y rojo era todo lo que le rodeaba. Maravillosa manera de contar el golazo de Armenteros. Enhorabuena, eres un crack!!!