Ella siente por la esfera
infinita devoción
por eso pasa su vida
enalteciendo el balón.
Lo recoge con sus manos,
arquea todo su cuerpo
y lo eleva a las alturas
haciendo que el mundo entero
lo contemple majestuoso
y, en su máximo esplendor,
sea admirado por todos
reverenciando su honor.
Y que prosiga el tributo
hasta que abandone el cielo
y en su laudable trayecto
baje en dirección al suelo.
(Dedicado a Silvia Araco)