
Viste la primera piedra,
la tocaste, la pusiste
y en ese nuevo proyecto
una piedra angular fuiste.
En ese ala cedida
del edificio de libros
toda una generación
te recuerda con cariño.
Con estilo inconfundible,
esos dos brazos en jarras
en postura de arrancarte
con una jota navarra.
Mirabas a tus alumnos
por encima de tus lentes
y a través de sus cristales
alternándolo hábilmente.
Y con la misma soltura
motivabas sus esfuerzos,
reprendías sus conductas,
dabas cariño y consejo.
Y, cuando ellos no sabían
qué harían tras terminar,
tú ya tenías muy claro
a qué se iban a dedicar.
Viste la primera piedra,
la tocaste, la pusiste
y seguro que tu esencia
sin duda le transmitiste.
Y, al igual que tus alumnos
crecieron gracias a ti,
ese árbol que plantasteis
no ha dejado de subir.
Ese proyecto conjunto
no deja de madurar
y la esencia de tu entrega
le empuja en su caminar.
A algunos nos gustaría
que tu nombre se halle escrito
en un aula o una placa
de nuestro actual edificio.
Pero, aunque nunca esté escrito,
ahí dentro siempre estará,
tanto en la primera piedra
como en la piedra angular.
Dedicado a Carmen San Martín
Javier, ¡¡¡me ha encantado!!! Seguro que Carmen la está recitando desde el cielo. Un abrazo muy fuerte.