El día en que comenzamos
con este estado de alarma
con sensación de paréntesis
nos encerramos en casa.

Con ilusión o inocencia
abrimos el de la izquierda
convencidos de que pronto
vendría el de la derecha.

Y saldríamos de casa
de nuevo a nuestro trabajo,
a los bares, a la vida
tal como la dejamos.

Con ilusión o inocencia,
tal vez malacostumbrados
a que todos los desastres
atacaran a otros lados.

Desgracias de minoría,
estado del bienestar,
no pensamos que el paréntesis
se podría no cerrar.

Y después de mes y medio
el paréntesis que cierra
no se halla por ningún lado,
¿se evaporó con la niebla?

No sabemos dónde está
ni si un día volverá,
la vida cuando salgamos
parece que no será igual.

Es momento de pensar
que sigue siendo mi vida,
no puedo estar esperando
a esa línea torcida.

Cuantas veces he escuchado
frases que tanto resuenan,
que todo pasa por algo,
no hay mal que por bien no venga.

Pues ha llegado el momento
de tener que descubrir
el algo por el que ha pasado
y el bien que viene por mí.

Así me lanzo a su búsqueda
antes de la fase cero
y, en cada fase que venga,
volveré a buscar de nuevo.

Vuelvo a coger el timón
con la brújula o sin ella
pues no puedo esperar más
al paréntesis que cierra.