Semana de muchas crisis
al cumplir cuarenta días.
¿Componente psicológico?
¿Poder de la etimología?

Y después de confesarlo,
las palabras de consuelo:
“hay que seguir aguantando,
venga que ya queda menos”.

A propósito de aguantar
y a propósito de consuelo,
yo me he acordado de Atlas
que tuvo que aguantar el cielo.

Condena del mismo Zeus,
el cielo sobre su espalda,
un encargo que no admite
ni un solo instante de pausa.

Parar para hacer la compra
o para sacar al perro,
no hay ni un segundo de tregua
para quien aguanta el cielo.

Pero, a pesar del esfuerzo,
inhumano o sobrehumano,
Atlas tuvo el privilegio
de tocarlo con sus manos.

Estrellas sobre sus hombros,
cometas en su antebrazo,
eclipses y amaneceres
al alcance de su mano.

Y también en nuestro aguante
hay que ver los privilegios
que nos está regalando
este periodo de encierro.

Más tiempo con la familia,
más tiempo con uno mismo,
valorar muchas más cosas
y descubrir otro ritmo.

Cuando termine este encargo
y echemos la vista atrás
haremos lista de todo
lo que pudimos tocar.

Ya pasó el día cuarenta
como una meta volante,
seguimos con el encargo
demostrando nuestro aguante.

Imagen superior: «Atlas turned to Stone», de Edward Burne Jones.
Imagen inferior: «Atlas», de Boris vallejo.