Trabajo vocacional
pues cualquiera no es capaz
de enfrentarse a las heridas
y a cualquier tipo de mal.

Vocación es esa voz
que los profetas oyeron
y que les pidió guiar
al pueblo por el desierto.

Vocación es ese temple
para estar de cara a un mal
y usar todos los remedios
con gran naturalidad.

Y el paciente en cuyo cuerpo
la enfermedad ha crecido
siempre percibe en las curas
dosis grandes de cariño.

Un cariño sin el cual
las tiras de esparadrapo
que se adhieren a la venda
tal vez no pegaran tanto.

Un cariño sin el cual
los puntos de la sutura
no acabarían dejando
una cicatriz tan dura.

Un cariño sin el cual
no habría recuperación,
cariño que sólo puede
brotar de la vocación.

Y la vocación es quien
en el episodio actual
les hace volver con fuerza
cada día al despertar.

Multiplicados los turnos
y los riesgos de contagio,
canta el gallo y vuelve el látex
para cubrir sus dos manos.

Porque su pueblo camina
perdido por el desierto
y ha vuelto a escuchar la voz
que le habla desde dentro

contagiándole la fuerza
de seguir en su misión
como fuerte es el aplauso
cada noche en el balcón.