Flores que fueron naciendo
y sus pétalos abriendo,
alcanzaron su esplendor
con su belleza y su olor.

Un tesoro sensorial
a quien lo supo apreciar,
una breve ensoñación
que evocaba una canción.

Sus pétalos van cayendo
para que vayan saliendo
frutos que son alimento
de grandes y de pequeños.

Los llevarán al mercado
y tal vez los vendan caros,
los más dulces no se venden,
los pájaros los prefieren.

También nosotros nacimos,
con agua y con luz crecimos
y regalamos belleza
a quien vio nuestra pureza.

Llegaremos a ese punto
en que para dar el fruto
se hace frágil nuestra piel
hasta del árbol caer.

Estarás creando el manto
y tu fruto alimentando
a quien recuerde tus citas
y las obras de tu vida.

Repetirán lo que has dicho,
las recetas de tus guisos
y seguirás ayudando
y tu fruto alimentando.

Y es así tal como es,
tal vez hoy no lo valores,
que tú vives versionando
la canción de nuestras flores.