Momentos que reconfortan
en las salas de hospitales
en instantes que preceden
a irreversibles finales.

Entre sollozos y lágrimas,
llenos de agradecimiento,
palabras de despedida
con sincero sentimiento.

No cambiarán el final
pero el epílogo sí,
el alma queda más llena
cuando esto precede al fin.

Momentos que reconfortan
el virus se los llevó
cual rapaz enfurecida
con sus garras apretó

y en algún lugar vacío
del espacio los lanzó
y en ese mismo arrebato
al mismo sitio llevó

abrazos de tanatorio,
de parroquia y camposanto
con lágrimas, con palabras
o sin ellas pero abrazos.

Cantos emocionados
sobre la luz de los cirios
adornados con claveles,
rosas, gladiolos o lirios.

Se llevó con todos ellos
buena parte del consuelo
de quien ve cómo su amor
vuela de la UCI al cielo.

Mas no quedan suspendidos,
sólo quedan aplazados
los cantos y los gladiolos,
las caricias, los abrazos.

Y las palabras no se oyen
pero resuenan por dentro
y también suben directas
de cualquier lugar al cielo.