Llegaste en un país roto
por el odio de la guerra,
te vas en un país roto
por el miedo a la pandemia.

Conociste a tu país
en la más honda pobreza,
también en el desarrollo
y tiempos de más riqueza.

Trabajaste desde niño
y siempre de sol a sol,
tu universidad fue la vida,
resumida en tu sudor.

Y nunca te agradecieron
tu indudable contribución
más allá de en una humilde
conversación de sillón.

Una vida de trabajo,
respeto y educación
y, ante cualquier incidente,
el innegable perdón,

que tanto se echan de menos
en otras generaciones,
por eso lo que perdemos
con tu partida es enorme.

Te vas y ni tus más íntimos
pueden ir a despedirte
mas su triste corazón
no dejará de aplaudirte.

Con sencillez y humildad
fuiste en un héroe en tu vida
y en los mismos atributos
lo eres en tu partida.

Te vas y decimos “gracias”
pues no se inventó otra palabra
para honrar como merece
tu vida tan abnegada.

He aquí nuestro homenaje
de la forma más sincera
a quien llegó en una guerra
y se fue en una pandemia.

Foto: Marcelino Azcoiti