Me miro y siento desgracia
de mis brazos paralelos,
quisiera tener dos alas
y plumas en vez de dedos.

Ser un pájaro salvaje,
fusionarme con el viento
y, después de alzar el vuelo,
surcar a mi antojo el cielo.

Siento envidia de esos seres
cuyo hábitat natural
es la altura, cuyo estilo
de vida es la libertad.

Alguien me contó que hay algo
que nadie puede robar,
incluso cuando consigan
quitarte la libertad.

Es nuestra imaginación
y ésa es totalmente libre,
no pueden privarte de ella
y ese recuerdo me sirve

para ver que tengo alas,
que son mi imaginación,
voy a cerrar mis dos ojos,
voy a abrir mi corazón.

Para abrir así mis alas
y surcar el cielo azul,
déjame que te contagie
y haz lo mismo también tú.

Tal vez a ochocientos pies
del suelo nos encontremos
y nada podrá evitar
que tú y yo nos abracemos.

Pues si te dejas regir
sólo por la imaginación
no hay reglas que te vinculen,
no hay ninguna restricción.

Tan sólo tu libertad
será quien guíe tu vuelo
y podrás volver a casa
después de surcar el cielo.