Hay quien dice que este estado
empieza a volverle loco,
agobiado sin espacio
y sintiéndose muy solo.

Ese estado de locura
al que le tenemos miedo
a veces es el arranque
que lleva a un nuevo comienzo.

Hay locuras que terminan
en la cárcel o en la tumba
y otras veces hemos dicho:
“¡Por Dios, bendita locura!”.

Pues a alguien su locura
le llenó de valentía
y se decidió a intentar
lo que nadie se atrevía.

No tengas miedo a este estado,
estás en plena aventura,
es la hora de mirar
y de hablar con tus locuras.

Escúchalas y desecha
las que sean ilegales,
las que causen daño a otros
sin beneficiar a nadie.

Hasta que en medio del casting
encuentres una locura
que sea más fuerte que el miedo,
ábrele la cerradura.

Locuras que tú encerraste
por el miedo al qué dirán,
preferiste no intentarlo,
considerarte incapaz.

Momento que está cambiando
todas nuestras prioridades,
es hora de desterrar
todas tus inseguridades.

Abre paso a las locuras
que quieran luchar con ellas,
si las consigues vencer
agradéceselo a ellas.