Nos dicen que nos quedemos
en casa por los mayores
porque ellos tienen peligro
y no ser sus transmisores.
Al oír ese consejo
me acuerdo de mis abuelos
y me pregunto, por mí,
ellos qué no hubieran hecho.
Me acuerdo de sus comidas,
de sus frases, sus historias,
las partidas de ajedrez
sin contar nunca las horas.
Los chistes y las sonrisas,
las mil formas de llamarme,
cada cual con más cariño,
y las mil formas de amarme.
Con los juegos de su infancia
o los que ellos inventaban,
inventaban para mí
todo lo que hiciera falta.
Si les hubieran pedido
que no salieran de casa
para no ponerme en riesgo
yo sé con total confianza
que hubieran estado años
sin mirar la luz del sol,
sin respirar aire puro,
nutriéndose del amor.
Ni se hubieran planteado
ninguna otra alternativa,
lo hubieran hecho por mí,
me hubieran dado su vida.
Desde este liviano encierro
me asomo buscando el cielo,
es tan poco lo que hago
mas lo quiero hacer por ellos.