Es un mar que, siempre en calma,
seduce por la suavidad
de su brisa, de sus olas
que en la orilla han de acabar.

Siempre provoca empatía
a quien contempla su faz,
siempre provoca ternura,
armonía, calma, paz

Siempre salvo en el instante
en que tiene que atacar
en donde saca su espuma
y la bravura del mar.

Cual enfadado Neptuno
en desatada galerna
sale fuera de las aguas,
pone en órbita su fuerza

para ejercer su golpeo
al balón que viajará
hasta perderse de vista
en lo profundo del mar.

Y, de nuevo, en los abrazos
vuelve a ser la suave brisa
que cautiva a quien contempla
su delicada sonrisa.

Dedicado a Mabel Caro