No sabemos si recibe
el permiso de la base
o si es su propio instinto
quien hace despegar su nave.

Mas sabemos que despega,
se suspende en el espacio,
pierde toda gravedad
y dota de vida a sus brazos.

Cuando el balón queda franco
vuela en dirección a él
en milésimas de segundo
para que cruce la red.

Y asimismo ella es capaz
de bajar hasta la tierra,
tras descender en picado
fusionarse a la corteza

para evitar el impacto,
salvar la vida al balón
y retornar a la nave
a cumplir nueva misión.

Dedicado a Ana Escamilla