Rodeado de leonas
debido a su profesión
mas, que nadie se confunda,
Pascual no es un domador.

Él se introduce en su hábitat
desde que son jovencitas
y les infunde confianza
para sacar de sí mismas

los colmillos y las garras,
el rugido más feroz,
el hambre para despertar
su instinto depredador.

Ser letales cazadoras
que logren despedazar
a quien, de cualquier especie,
les intente dominar.

(Dedicado a Pascual Saurín)