Como un animal de presa
pone al límite sus músculos,
tensa sus dientes, sus venas
y ese carácter tan suyo
y se lanza a por la bola
y es capaz de levantarla
de inverosímiles formas
para que puedan jugarla.
Se hace dueña de la red
y otra vez saca su instinto
para colocar remates
que den puntos a su equipo.
Y de nuevo volverá
a ir en busca de la presa
hasta completar el ciclo
que su carácter le ordena.
(Dedicado a Marina Saucedo)