Es la sombra de su instinto
que le pide que aproveche
la pelota colocada
y hacia abajo la reviente.
Y, en sólo medio segundo,
obedece a su intuición
de pillar a contrapié
a la otra formación
y la cuela por arriba
o la cruza en diagonal,
hará lo que ella le ordene
en el instante final.
(Dedicado a Silvia Bedmar)

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