Ya no están las porterías,
ni la caseta ni el bar,
tampoco queda la valla
y el terreno no está igual.
Pero sí quedan los ecos
en el campo Valdechate
de tus gritos entregados
que lanzaban los ataques.
“¡Riba, riba!” era tu grito
de guerra en plena batalla
y el pañuelo de Chorroco
celebraba las hazañas.
(Dedicado a Luis Cabezón)
Jo qué bonito. Si me ha hecho llorar!!! Eso no vale!!! Que grande tío Luis. Tengo una foto con él en la barra del bar del abuelo. Ya te la pasaré. Que descanse en paz.
Y, de paso, ya que el abuelo no puede escribir aquí, el día del funeral, cuando me quedé cuidarlo, estaba muy triste y tenía una inmensa pena por no poder acudir al entierro. Un beso. Maravilloso.