Andrés se encuentra en el suelo
pues se lanzó a detener
el balón, que llega al punta
que va a marcar a placer.
Emerge entonces su mano
como si, del más allá,
el mismo Dios la enviara
para el balón impactar.
La grada grita su nombre
mientras presiona el rival
el balón que le han cedido
que lanza para jugar.
(Dedicado a Andrés Fernández)
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