Al compás de sus canciones
mi tierra se hizo mestiza
y fue trayendo los sones
de sus calles y cantinas.
En las cenas de cuadrillas,
en los bailes de las fiestas
y en las labores de casa
siempre estaba su presencia.
Un buen día un joven bravo
quiso conocer Navarra
trayendo sólo su púa,
sus dedos y su guitarra.
Y en un sencillo rincón
empezó a soltar su alma
y fue haciéndose su hueco
entre gente enamorada.
Unos querían reírse,
otros iban a olvidar,
y muchos sólo querían
lo que él quisiera dar.
Su voz sigue sorprendiendo,
pues siempre algo nuevo sale
¿cuánto tiempo estará aquí?
Sólo su púa lo sabe.
(Dedicado a Pancho Balbuena)
Pancho, allá por donde pasas vas dejando un reguero de alegría con tu música. Eres el mejor mariachi mexicano que he conocido, y sobre todo, una excelente persona. Sigue siempre con tu guitarra y tu traje charro para seguir emocionándonos con esa pedazo de voz que Dios te ha dado.
Un millón de gracias,
Rebeca.