Benito Abuela

De Josefina y Peralta
el fruto sólo podía ser
una bondad infinita
por llevar a los dos en él.

Inquieto, hogareño, vivaz, tranquilo,
humilde emigró a un colegio
desde donde añoraba su Miranda natal
y El Castillo de sus sueños.

Volvió al final delantero:
regates, postes, remates, aciertos
del que ya era conocido
como el Bobby Charlton de su pueblo.

Y en campo contrario ganó
la mayor victoria soñada,
una morena de rompe y rasga
a quien supo conquistarla.

Amante esposo, excelso padre y abuelo,
¿cómo no vamos a quererte?
si nos has dado la vida,
la sabiduría y la suerte.

Orgullosa estoy de ti
como lo estaría cualquiera
que te hubiera conocido
como PADRE de bandera.

Rebeca Elizalde Blasco
(Dedicado a mi padre en su 65 cumpleaños)